Hablamos con los hippies del piso de Bilbao de los 70
“Descubierto un piso hippie en Bilbao”.
Este es uno de los titulares que ha rescatado Javier Ochagavía, a
quien entrevistamos en Verne para hablar de su cuenta de Twitter,
dedicada a la arqueología de hemerotecas.
En el recorte, publicado en La
Gaceta del Norte en 1974, se puede leer que la policía arrestó a 5
chicos y 2 chicas, que en el piso se ocultaba un niño fugado de 12 años
y, lo que más llamó la atención de los tuiteros, que “practicaban las
relaciones prematrimoniales”.
Publicamos la entrevista este domingo y unos días más tarde recibimos
un correo electrónico de Mikel López Iturriaga, responsable de El
Comidista, en el que nos regalaba una exclusiva: uno de los supuestos
hippies de la noticia era Jose López Iturriaga, su hermano mayor.
Nos
pusimos en contacto con él porque teníamos muchas preguntas que hacerle:
¿cómo era aquella comuna hippie? ¿Quién era aquel niño? Y, sobre todo,
¿era cierto que practicaban las relaciones prematrimoniales?
Hippies con contrato de alquiler
Jose López Iturriaga actualmente está al frente de sus pizzerías en el
País Vasco, pero en 1974 era un estudiante de Filosofía y Letras. El
piso no era ninguna comuna: juntó a unos amigos “y como no teníamos
dónde meternos, alquilamos un piso megacutre en la parte vieja de
Bilbao”.
Lo usaban para quedar de vez en cuando y para alguna que otra
fiesta, y lo describe como “un cuchitril interior en una planta baja.
Veías cómo crecía el moho”.
Eso sí, con contrato de alquiler, que
se pagaba religiosamente entre todos: 250 pesetas por cabeza, como
especifica la noticia del tuit, publicada en La Gaceta del Norte, que
añade que el piso se usaba para “estudiar, hacer experimentaciones de
arte cultural, para reuniones asociacionistas de intercambio de
opiniones y para la práctica de relaciones prematrimoniales…”.
Los
puntos suspensivos cierran el párrafo.
En cuanto al niño de 12
años, López Iturriaga cuenta que el niño era huérfano y vivía con sus
tíos, que al parecer lo maltrataban. “Dos amigas nos preguntaron si
podía quedarse en el piso durante un tiempo, porque tenía miedo de
volver a casa y nosotros, con toda nuestra ingenuidad, dijimos que sí”.
Esa fue la causa de que la policía se presentara en la casa, donde
también encontraron a López Iturriaga y a un amigo suyo, a los que se
llevaron a la jefatura de policía de Bilbao.
¿Hasta dónde habéis llegado?
Pasaron tres días encerrados: “Yo tenía 19 años.
No éramos conscientes
de lo que nos estaba pasando.
Hasta entonces solo nos habíamos
preocupado de disfrutar de la vida y de ser felices”.
Y se encontraron
en un cuartelillo “franquista, fascista”.
El interrogatorio no se
centró, precisamente, en el niño de 12 años: “Lo del niño quedó
olvidado.
Se dedicaron a hacernos confesar qué hacíamos con las chicas
en ese piso”.
En fin, lo de las relaciones prematrimoniales que
aparecían en la noticia.
“Lo importante para ellos era el qué, el cómo y
hasta dónde habíamos llegado”.
Había otro asunto que preocupaba a
la policía: “Aquel era un piso de universitarios y podía pasar
cualquiera.
Dio la casualidad de que alguien dejó un posavasos con un
símbolo ácrata, creo recordar, lo cual nos hizo pasar por las
dependencias de la brigada social”, es decir, la policía secreta que por
aquel entonces perseguía los movimientos antifranquistas.
“Fue
una experiencia que se parecía más bien a cuando en las películas de
Misión Imposible pasan por Rusia: nos llevaron al típico sótano mal
iluminado y nos hicieron pasar varias horas de pie”.
No llegaron a
la violencia física con ellos: “Sí hubo amenazas y se ensañaron”.
Durante el interrogatorio “fue pasando toda la brigada criminal. Era un
fin de semana largo, creo que el del Corpus.
Estaban muertos de
aburrimiento y se entretuvieron con nosotros. A veces uno se hacía el
bueno, después otro te amenazaba… Todas las tácticas más básicas y
primitivas. Pero, claro, nosotros solo éramos unos críos”.
Estaban muy asustados. “Cantamos la ópera”, dice, y por jefatura fueron
pasando los “ocho o nueve [siete, según el artículo publicado] que
figuraban en el contrato de alquiler del piso, incluida otra hermana de
López Iturriaga”.
Todos ellos se quedaron en una celda común, menos
Iturriaga y su amigo -”los importantes”, comenta en tono irónico- que
estuvieron aislados hasta que les tocó pasar al juzgado de guardia.
Y esa fue otra experiencia difícil de olvidar: “El juez ya había
decidido que tocaba ir con ropa de verano: llevaba un traje blanco,
zapatos blancos, pajarita… Nos preguntó cuatro cosas y decidió que
aquello era competencia del juzgado de instrucción, así que nos mandó a
mi compañero y a mí a la cárcel de Basauri. No me creía lo que me estaba
pasando”.
López Iturriaga estaba acusado de escándalo y su
amigo, de escándalo y de estupro (relaciones con una menor), ya que su
novia de entonces, May, tenía 16 años. Adelantemos parte del final
feliz: su amigo y May siguieron juntos y tuvieron cuatro hijos.
Luego se
separaron y May actualmente está casada con López Iturriaga. "Lo normal
entre hippies", añade, con sorna.
“Me tocó a mí vivir esa época”
En Basauri solo pasaron una noche, bajo la protección, cuenta, de un
fan de Jimi Hendrix con quien congeniaron en el furgón, de camino a la
cárcel.
Al día siguiente y en el juzgado de instrucción, “mi
padre vino con un abogado, que nos explicó que el juez se había
disculpado con nosotros. Al parecer, tenía cierto grado de amistad con
la brigada criminal y les había montado un pollo porque aquello nunca
tendría que haber llegado tan lejos”.
El caso quedó sobreseído,
cosa que López Iturriaga tenía presente siempre que iba a un aeropuerto:
“Durante 10 años, cada vez que cogía un avión tenía que presentar un
documento del juzgado con el sobreseimiento”.
Además de eso, “incluso
hoy en día, cualquier cosa que tenga que ver con la policía me sigue
aterrorizando”.
Para él fue una experiencia desagradable, desde
luego, pero no duda al decir que “los principales damnificados fueron
las familias. Recuerdo que mi madre pasó mucho tiempo enferma y en la
cama, como yo nunca la había visto”.
López Iturriaga ni siquiera
había tenido una juventud conflictiva: “No fui especialmente rebelde.
Simplemente me tocó a mí vivir esa época”. Y recuerda que, por suerte,
sus padres “eran muy liberales”.
Eso sí, “me cayó una bronca y nos
obligaron a dejar el piso. Normal, el propietario tampoco quería saber
nada de nosotros”.
Pero hubo situaciones más graves, como en el
caso de May: la fiscalía tenía la intención de internarla en un centro
de menores. “Su madre movió todo lo posible y logró evitarlo”.
De La Gaceta del Norte a Twitter
Aunque López Iturriaga conserva a sus amigos de entonces, “el tema
desapareció durante años de nuestras vidas: no tuvo más incidencia ni
hablábamos de ello”. Tampoco llegó a saber qué había pasado con aquel
niño de 12 años.
Aun así, “al final acabé haciéndome con algunos
recortes de prensa. Se publicó en periódicos de Bilbao, claro, pero la
noticia llegó también a algún diario de Galicia”. Y añade: “Los
titulares y el tratamiento periodístico eran más propios de una novela
de Pepe Carvalho o incluso de Mendoza que de lo que realmente pasó”.
Nos pasa dos recortes: el primero es de La Gaceta del Norte, el diario
recogido en el tuit. El texto menciona que las paredes del piso “estaban
decoradas con frases, versos, pinturas alegóricas y alusiones, algunas
de carácter inmoral”.
El Correo Español incluye una foto de una
de las pintadas “soeces”: se trata de una “estatua de la libertad
sexual” que hoy nos parece más que inocente. Incluso va vestida.
Además
de la obligada referencia a las “experiencias prematrimoniales”, el
diario añade que “gracias a este servicio policial se ha terminado con
un lugar de perversión de gente adolescente”.
El artículo concluye con
una advertencia a los padres para evitar “desviaciones hacia el
libertinaje”.
Le llama la atención que un tuit con esta historia
se haya movido por Twitter: “Para mí lo más divertido es que más de 40
años después esto se vea con una perspectiva totalmente diferente”.
Y
apunta: “Soy muy consciente del tiempo en el que vivo y el que me tocó
vivir, y tengo muy buena memoria. Todo esto era realmente así, no era
cosa de dos periodistas chalados.
Muchos no se imaginan lo que fue vivir
esos tiempos y, sobre todo, lo que fue vivir esos interrogatorios”.
https://verne.elpais.com/…/11/artic…/1484146462_139448.html…