El Lehendakari Iñigo Urkullu leía el mes pasado una Declaración Institucional de Emergencia Climática, aprobada
en el Consejo de Gobierno. En ella, resaltaba que la lucha contra el
cambio climático es un desafío mundial que incumbe a todas y todos,
especialmente a las entidades más cercanas y que conocen mejor las
demandas y necesidades de la ciudadanía.
El Lehendakari subrayaba que el Gobierno Vasco suscribe esta
Declaración reafirmando asimismo el compromiso con la Estrategia de
cambio climático Klima 2050 y la Estrategia Energética 2030.
“Manifestamos la plena convicción de que Euskadi puede liderar este
desafío y convertirlo en una palanca de transformación hacia una
economía más competitiva y climáticamente neutra”, ha señalado.
Unas
palabras muy bonitas defendiendo la lucha contra el cambio climático,
sin embargo las acciones llevadas a cabo Euskadi no guardan relación con
estas declaraciones.
La ampliación de la ‘Supersur’ (la Variante Sur
Metropolitana de Bilbao) supone un fuerte impacto debido a la inversión
necesaria para su construcción y el daño medioambiental sobre el entorno
del Bolintxu.
El proyecto, promovido por la Diputación Foral de
Bizkaia, costará 47 millones de euros por kilómetro para ahorrar 2
minutos, afecta a una zona de especial protección del Pagasarri
(Bolintxu) y se trata de una autopista que no llega ni al 50% del
tráfico previsto.
Tres razones de peso para paralizar el proyecto.
El tramo de la Supersur actualmente en servicio (entre Santurtzi y
Larrasquitu) no está cumpliendo con su función de descongestionar la A-8
pese a los 900 millones de euros que costó su ejecución, según indica
Greenpeace.
De acuerdo a los últimos datos de tráfico la Supersur tan
solo ha captado un 12% del tráfico total del eje. Los 13.500 vehículos
que registra diariamente la Supersur están muy lejos de la estimación de
24.000 que motivó su construcción.
EL ÚLTIMO VALLE
*
Documental que aborda los impactos económicos y medioambientales del
proyecto de la construcción de la variante Sur Metropolitana
(Super-Sur).
Ademas de ser un derroche para una infraestructura
innecesaria, su construcción amenaza seriamente la supervivencia de la
biodiversidad que caracteriza al valle de Bolintxu, el último valle
natural que nos queda en Bilbao.
Greenpeace, entidades vecinales y ecologistas que componen la Plataforma Supersur Ez!, vienen
ejerciendo una oposición activa a los planes de la Diputación Foral de
Bizkaia de construir una autopista de peaje paralela a la actual A-8,
una actuación que no se justifica en términos de demanda.
«¿Es necesario
hacer esa autovía y destrozar la zona de mayor valor natural de
Bilbao?», se preguntan.
“Resulta incomprensible que mientras las administraciones nos
piden un uso más racional del vehículo privado promuevan su uso
construyendo grandes autopistas”, señala Adrián Fernández, responsable de la campaña de movilidad de Greenpeace, quien exige también que “la Diputación priorice el transporte sostenible en sus presupuestos en lugar de dedicarlo a autopistas para ahorrar 2 minutos al coche”, como sucede en el tramo del Bolintxu.
Greenpeace advierte que infraestructuras como la Supersur consolidan
un modelo de movilidad metropolitana plenamente orientado al vehículo
privado. La Supersur induce un mayor volúmen de tráfico y por tanto se
incrementa tanto la contaminación atmosférica como las emisiones de CO2.
El transporte es el máximo emisor de CO2 en el País Vasco junto a la
industria, pero mientras ésta se ha reducido un 43% desde 1990, las
emisiones del transporte han aumentado un 230% en el mismo
periodo. Continuar con un modelo de transporte basado en autopistas no
es consecuente con la emergencia climática decretada por el Lehendakari
hace menos de un mes.
https://spanishrevolution.org/la-supersur-la-autopista-que-destrozara-la-zona-de-mayor-valor-
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