Trump quería el yate mas grande y hermoso del mundo, y lo mandó diseñar en Bilbao
“Obvio”, diría “uno de Bilbao”. “Si alguien quiere lo más hermoso y elegante del mundo, debe venir a buscarlo a la capital del mundo“.
Pero obviando la posible opinión que de su ciudad tienen los que se
consideran los habitantes de la “capital del mundo”, no deja de ser
significativo que el presidente electo Donald Trump,
cuando se planteó construir el más hermoso y mayor yate del mundo, se
dirigiese a una compañía de diseño naval de Bilbao. Bueno, en realidad
de Getxo. Esta historia entre el magnate norteamericano y los diseñadores de
buques vascos se produjo en 1992 y nos la cuentan desde la web argentina
Santa Fe Digital. Oliver Desing fue la empresa encargada de este
proyecto de un barco, de 128 metros de eslora, esa envergadura de un
crucero de 400 pasajeros, que costó (el diseño) la friolera de 16
millones de pesetas de la época. Lo que son unos 100.000 euros al cambio
oficial, y posiblemente más de 200.000 euros aplicando la evolución de
la inflación.
Carta del encargo a Jaime Oliver (Source: Oliver Design)
La historia que nos trae el diario argentino es realmente fascinante, incluyendo su papel para que “Los encajeros”
se hayan convertido en una de las tiendas en las que los Trumps
compran. Pero no podemos menos que referirnos, también, a la información
(firmada por Raúl Villa Caro) recogida en la web de la Fundacion Exponav
de El Ferrol, donde cuentan con todo detalle esta historia y el
espectacular trabajo de la empresa vasca. Y donde podemos encontrar,
además, bocetos del yate y una imagen de la carta de Trump realizando el
pedido y en la que pide que sea “el yate más grande y más hermoso del
mundo”. Si alguien, que como nosotros desconoce ese mundo, se pregunta cómo
puede ser posible que un diseñador vasco sea el elegido para ese
proyecto, les recomendamos que se den una “vuelta” por la web de estos
diseñadores navales. Entonces entenderán las razones que guiaron a Donal
Trump, y a otros muchos, a elegirles.
Trump encargó a una familia de Bilbao “el yate más grande del mundo”: “Llamaba a cualquier hora para discutir de minucias”
El
presidente electo de EEUU encargó a unos ingenieros navales de Bilbao
"un yate de 420 pies, que no sólo sea el más grande del mundo" también
"el más hermoso". Trump les invitó a su mansión de Florida en varias
ocasiones y uno de ellos recuerda que "llamaba por teléfono cuando le
venía bien, no distinguía el desfase de horas".
Donald
Trump estuvo en Barcelona en dos ocasiones, y lo primero que le gustó
de España fue el lujo de la Marbella del jet set: millonarios, actores,
jeques, todo el que quería acceder a esa élite, tenía que ir a sus
fiestas, comprar en sus tiendas de lujo y navegar en sus yates. Amarrado
en Puerto Banús destacaba el 'Nabila', un barco que llama la atención
de Trump. Su dueño era Adnan Kashogui, un multimillonario que aumentó su
fortuna con el tráfico de armas.
El 'Nabila' era uno de los diez
yates más grandes del mundo: 86 metros de eslora que sirvieron como
escenario de rodaje para Sean Connery en 'Nunca digas nunca jamás' en
1983.
Trump pagó 29 millones de dólares para comprarlo, y ocho
más en reformarlo. Sin embargo, pronto no sería suficiente para el
magnate.
Jaime Oliver, ingeniero naval, explica que "el barco,
socialmente, es lo que marcaba el nivel" y pese a acabarse de comprar
uno, pronto se dio cuenta de que no colmaba sus expectativas, por lo que
pidió que le construyeran uno.
La familia Oliver, unos
ingenieros navales de Bilbao, fueron los encargados de la construcción
del barco de sus sueños. En una carta decía que quería "el yate más
grande y más hermoso del mundo": "Estoy interesado en construir un yate
de 420 pies que no sólo sea el más grande del mundo, al mismo tiempo el
más hermoso. Va a ser un tributo a todas las personas involucradas en
este proyecto, incluido su país, España".
Jaime y su hijo Íñigo
Oliver conocieron a Trump en una exposición de yates en Florida. Jaime
destaca de él que era "una persona maja, elegante, sonriente, simpática y
muy educada". Íñigo dice que su relación pasó de ser profesional a
amistosa: "Llegamos a hablar de detalles muy íntimos, de si compartía el
lavabo con su mujer, de si el colchón junto o separado...".
Trump
quería discutir con ellos cada detalle del yate. Padre e hijo viajaron
varias veces a Nueva York, les llamaba constantemente y les invitó a su
mansión en Florida. Jaime recuerda que "llamaba por teléfono cuando le
venía bien, no distinguía el desfase de horas", a lo que Íñigo apunta
que "las llamadas en vez de ser para un tema importante, eran para
minucias, pero que para él eran importantes, se preocupaba a lo mejor
del tamaño de la ducha".
Afianzaron una relación tan estrecha que
Trump les invitó al bautizo de su hija Tiffany, a quien regalaron un
faldón de 'Los Encajeros', una tienda en la que, desde entonces, los
Trump han seguido comprando.
El diseño del barco, de 128 metros
de eslora, fascinó a Trump. Íñigo recuerda que un barco de esa
envergadura es como un hotel flotante que hoy en día podría ser un
crucero de 400 pasajeros.
Sólo el diseño costó 16 millones de
pesetas en el año 1992, pero Trump no llegó a construirlo. "Es un hombre
de impulsos, tan pronto quiere construirse el barco más grande del
mundo como que de repente construye un casino y quiebra y tiene que
levantarse de la nada. Creo que fue un momento de transición", indica
Íñigo, quien recuerda que poco después de decir que no hacía el yate, se
compró el avión privado más grande mundo.
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