Muchos están de acuerdo en que la ciudad vasca es carismática y muy apetecible para pasar un fin de semana, pero,¿cómo es realmente la vida allí?
Según el New York Times, "convertida en símbolo mundial de la transformación urbanística, Bilbao era una ciudad periférica e industrial que a finales de 1990 se encontraba con una aguda crisis tanto social como económica. Sin embargo, en menos de una década se transformó en una ciudad global, famosa por su actividad cultural, su calidad de vida y su entorno urbano, que apostó por el capital intangible, el conocimiento, las redes sociales, el funcionamiento eficaz de leyes e instituciones, la ausencia de corrupción… ". Gracias "Efecto al Guggenheim" nos convertimos en "El efecto Bilbao".
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La ciudad en la que todos éramos un poco ratas de Bizkaia como cantaba Eskorbuto ahora está llena de bares de diseño en los que no sabemos si tomar una cerveza bio, un pintxo delicioso o un té "súper especial".
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Mientras que en mi primer día de universidad me recibieron en la puerta unos señores musculosos, terroríficos, vestidos de negro y con metralletas llamados Beltzas; ahora, proceso de alto el fuego finiquitado, somos nosotros los que recibimos a los cruceros de japoneses y americanos y a turistas de todo el mundo que vienen a sacarle fotos al Puppy (el perro más mono del mundo). Todo eso en unos pocos años.
Bilbao no quiere parecerse a España, sino a los civilizados países nórdicos o a los potentes alemanes y franceses industrializados. Quiere imitar la libertad cultural de Canadá, en la que conviven dos naciones y dos identidades. Dicho de otro modo: se intenta mirar hacia el exterior sin olvidar la tradición; pensar en global sin salirse ni un centímetro de lo local.
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O quizá porque estamos separados del resto de la península por unas montañas, o quizá por la diferencia cultural que existe. El caso es que los bilbaínos nos creemos lo más, pero como todos, también somos un poco lo menos. Y tanto que lo menos. Somos muy pocos. Bilbao tiene solamente 346.574 habitantes. Osea, un maravilloso pueblo burgués con anhelos cosmopolitas rodeado por verdes montañas. Bilbao es amor.
Como buena ciudad burguesa, Bilbao es práctica y tranquila. Cuenta con unas envidiables infraestructuras, un transporte público más que efectivo y encima asequible, con el que puedes llegar a la playa en metro, a la playa nudista en bus y de paso verle el culo a un surfer cuando se cambia en el aparcamiento.
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Pero claro, ya sabéis lo que pasa en los pueblos y ciudades burguesas: ¡Todo el mundo se conoce!. Para bien (es muy fácil conseguir contactos potentes y puedes salir sola y dejarte llevar porque te vas a encontrar con alguien conocido) o para mal: la endogamia laboral y social es moneda de cambio y la rutina puede aplastarte. Y eso en Bilbao sucede. Libertad y opresión.
Así que si eres de los que aman el anonimato por encima de todas las cosas y ver gente distinta, Bilbao no es tu ciudad si no te lo curras. Porque en el aspecto social funciona igual que un pueblo. De hecho funciona peor y te reta a que juegues a su juego, porque si vienes a vivir a Bilbao, a no ser que tengas algún contacto que te introduzcan en su cuadrilla, te va a costar Dios y ayuda hacer amigos.
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Reconozcámoslo, si vienes un fin de semana, un puente o incluso un mes de vacaciones, Bilbao y sus alrededores son una pura delicia. La naturaleza es exuberante, la oferta cultural es de lo más variada, la gastronómica ni te cuento (en serio, Euskadi es el territorio que más estrellas Michelin acapara por metro cuadrado; pero es que, además, hay multitud de propuestas que te van a dejar boquiabierto/a por un precio más que asequible). Pero si vienes a vivir, vente mentalizado.
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El problema fundamental que tiene Bilbao es que hay poca gente para conseguir rentabilizar propuestas culturales independientes. Por eso las instituciones han jugado un papel sobreprotector que ha permitido desarrollar una actividad cultural rica y alternativa, pero que también ha facilitado la acomodación de otras propuestas que, sin subvenciones, no durarían ni un minuto fuera del País Vasco.
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Un ejemplo: de un tiempo a esta parte hay un montón de flea markets llenos de jóvenes diseñadores, productores locales, muebles vintage y humanos vendiendo lo que tienen en los trasteros. Open Your Ganbara en el área industrial reconvertida en fábricas de creación de Zorrozaurre; Los sábados de Dos de Mayo en Bilbao la vieja o The Sunday Market (más enfocado al diseño) son algunas de las múltiples propuestas entre las que elegir. Os lo digo: hay más eventos que personas.
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Si hablamos de la vida nocturna, pasa un poco tres cuartos de lo mismo. Hay más bares que personas, lo que hace que propuestas de pequeños bares con mucho carácter y estilo tengan que agudizar el ingenio y competir por la clientela. Y competir duramente pese a que en Bilbao se salga mucho -lo de enlazar un plan tras otro nos encanta-.
Si sales en Bilbao un viernes por la noche puede que llegues a tu casa un domingo de madrugada después de haber jugado un Bingo travesti en la pollería Zubiburu. Quizá por que Bilbao es una ciudad más de speed que de coca. Eso sí, entre semana olvídate de tomar una copa. A las 10 todo cierra.
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Además hay multitud de bares que programan sus propios Djs y fiestas sin parar. Está Paraleloan, otro club intermitente con una de las programaciones más interesantes. Cuando vengáis a venir a Bilbao, si venís con ganas de salir, hay donde elegir. Y no os preocupes, porque nunca vais a quedaros sin entradas para nada. Sólo para el BBK Live.
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Bilbao es una ciudad perfecta para trabajar si tus clientes están fuera. Sabes que tienes que actuar local y pensar global, por lo que cualquier sitio del mundo es bueno para trabajar. El emprendizaje forma parte de la cultura, y en eso tiene un poquito de protestante.
Los negocios y el dinero son importantes, por lo que, aunque no te hable nadie y apenas hagas amigos al principio, si eres bueno o buena en lo que haces, enseguida vas a destacar. Por dos razones: porque vas a ser una novedad y un soplo de aire fresco y porque como de enero a mayo no para de llover, la preciosa luz gris del cielo que se refleja en el verde de las hojas va a hacer que te concentres en tus proyectos y que disfrutes de tu transformación en ermitaño.
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Resumiendo, los únicos problemas que tiene Bilbao es que los pisos son caros, el nivel de vida es alto, le falta más gente moderna para llenar todos los eventos culturales que existen. Nada que no se solucione con que tú, lector/a de i-D, te enamores de alguien y te vengas para aquí. O, si no te enamoras, que vengas a vivir una temporada. Bilbao loves u.
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