viernes, 13 de marzo de 2015

Bilbao y su ría





Situada entre montañas y bañada por un ría cuyas aguas zigzaguean caprichosamente en su plácido camino hacia el mar, la ciudad de Bilbao se muestra al viajero como un compendio de bellas estampas en donde el verde que la circunda se alía con un sinfín de atractivas construcciones y mágicas calles a través de las cuales el visitante descubrirá, para su satisfacción, todos esos alicientes necesarios para exaltar sus sentidos y satisfacer su curiosidad.


Como una madre que acaricia dulcemente a sus hijos, la ría de Bilbao es la razón de existir de esta ciudad, pues fue siglos atrás cuando sus aguas propiciaron que a sus orillas pudiera desarrollarse una actividad económica e industrial que con el tiempo dio riqueza y esplendor a esta urbe situada a orillas del mar Cantábrico.





Pero si dicha actividad industrial hizo que durante mucho tiempo esta ciudad, a pesar de su esplendor económico, tuviera un aspecto gris y melancólico, durante las últimas décadas Bilbao se ha convertido en una metrópolis limpia y llena de atractivos al trasladar dicha actividad industrial más allá de los límites de la propia ciudad. Sí, casi de la noche a la mañana, el sombrío trajín de los astilleros que bordeaban la ría se transformó en bellos paseos peatonales desde donde poder observar con tranquilidad estampas tan impresionantes como el Museo Guggenheim, la Universidad de Deusto, el Ayuntamiento, el Museo Marítimo y un sinfín de sugerentes panorámicas que colmarán de ilusión las pupilas del paseante.


Aunque hablando de panorámicas, les recomendaría que en su visita tomaran el funicular para subir al monte Artxanda y así descubrir en su integridad el impresionante paso de la ría zigzagueando entre las montañas y los edificios que la rodean. Desde allí observarán una bellísima estampa del majestuoso y nuevo Campo de San Mamés, así como una perfecta panorámica de todas esas calles y callejuelas de las que les hablaba al principio de este artículo.





Por lo tanto no se limiten solo a observar, razón por la cual en cuanto desciendan de las alturas a través nuevamente del funicular, sigan bordando la ría hasta llegar al pequeño, pero coqueto, Barrio Viejo para descubrir el Teatro Arriaga, la Plaza Nueva, el Mercado de la Ribera, la Iglesia de San Antón y, por supuesto, sus famosas “siete calles” en donde la gastronomía se convierte en la verdadera protagonista.




Pidan una copa, o dos, de “txakoli”, y degusten esos “pintxos” que harán que sus jugos gástricos, pero sobre todo su paladar, vivan una auténtica fiesta de mil y un sugerentes sabores.




Así es, hoy en día Bilbao, y evidentemente también la amabilidad de sus gentes, se han convertido en un atractivo lugar para todos aquellos viajeros que esperan, como es lógico, descubrir sugerentes lugares y rincones en los que poder satisfacer a sus inquietos sentidos.


Por supuesto, hay muchos más atractivos que descubrir en esta ciudad, como por ejemplo el edificio de la Alhóndiga, sus bellos palacios, sus impresionantes casas señoriales, o pasear por sus majestuosas avenidas como la Gran Vía o por sugerentes calles peatonales y repletas de vida que colmarán sin lugar a dudas sus ansias de descubrimiento, pero eso, lógicamente, deberán descubrirlo ustedes mismos en persona para así sentir todo su esplendor al completo.


Decía el célebre cantautor Raimon que todos los colores del verde se dan cita en estas bellas tierras del País Vasco, a lo que yo añadiría que es la conjunción de sus paisajes y el tesón de sus gentes lo que han convertido este rincón del planeta en un lugar digno de ser admirado.


¡No se lo pierdan! Buen viaje.



Por Víctor J. Maicas, periodista y escritor.









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