La capital vizcaína consigue el reconocimiento internacional tras la transformación de su fisonomía
La capital vizcaína ha logrado resurgir de sus cenizas industriales y convertirse en una ciudad de servicios que atrae año tras año más turistas y que en el mundo es reconocida ya por el diseño de sus grandes obras: el Museo Guggen-heim (Frank Gehry), el metro (Norman Foster), la Alhóndiga (Philippe Starck), el Palacio Euskalduna (Federico Soriano), la biblioteca de Deusto (Rafael Moneo), la Torre de Iberdrola (César Pelli)...
"Esto era impensable hace 25 años". Es la opinión mayoritaria en Bilbao y compartida también por Luciano Rodríguez. En 1970, comenzó a trabajar como aprendiz en los astilleros Euskalduna y sufrió su cierre en los ochenta. "Lo que pasamos fue una gran tragedia,algo traumático", recuerda.
Nuevo tejido industrial
Luciano se muestra ahora "satisfecho por cómo ha cambiado Bilbao", pero sin sacudirse el escepticismo que se respiraba en la ciudad cuando las instituciones apostaron, años atrás, por buscar en el sector servicios una alternativa a la industria: "Para que funcione, hace falta que haya gente a quien servir y para eso también es necesario un gran tejido industrial".No en vano, las actividades económicas de mayor peso [técnicas, administrativas y comerciales] aún no generan suficiente empleo. La tasa de paro es cinco puntos superior a la media del País Vasco (11,6%), según el informe del Ayuntamiento Tendencia del Empleo y Bilbao en cifras.
En cualquier caso, hay resultados para el optimismo. El Palacio de Congresos Euskalduna, construido en 1999 donde estaban los antiguos astilleros, hoy es el líder entre las sedes de congresos del Estado en reuniones y convenciones, está en plena ampliación y, en 2010, tuvo un impacto en el PIB de Euskadi de 88,05millones de euros. Su construcción costó 80 millones.
Otro talismán es el ya consolidado Museo Guggenheim, que recibe un millón de visitas al año (dos de cada tres del extranjero) y es tractor fundamental del turismo. En 1996, un año antes de su inauguración, 266.000 personas ocuparon los hoteles de la capital vizcaína, mientras que hoy esa cifra casi se ha triplicado. "En los últimos cinco años, se han abierto media docena de hoteles", cuenta Iñaki Etxeguren, director del Hotel Ercilla y presidente de Destino Bilbao, la asociación constituida por los hoteles bilbaínos para impulsar el turismo. "Hace 15 años, esto era inimaginable. Los hoteles se vaciaban los fines de semana y los meses de julio y agosto. Todo esto ha cambiado", dice Etxeguren.
También bares y restaurantes están en transformación. Según Ángel Gago, secretario general ejecutivo de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, en los últimos 15 años "se ha producido un ajuste sectorial" caracterizado por la desaparición de pequeños locales, sobre todo en el extrarradio, y el nacimiento de nuevas actividades "o reformas de las ya existentes, con una mayor capacidad empresarial y con el consiguiente incremento de asalariados".
La ciudad se prepara ahora para afrontar la segunda parte de la metamorfosis hacia lo que se conoce como una economía creativa, es decir, en sectores como la publicidad, la arquitectura, el diseño industrial, la moda, la informática, el arte o la gastronomía. Esta economía ya ha crecido, pero hay margen de mejora: Bilbao ocupa el puesto 51 de Europa.
Por último, el mayor reto urbanístico para las próximas dos décadas es transformar la península Zorrotzaurre en una isla en medio de la Ría: un Manhattan con 5.000 casas, un paseo ribereño de siete kilómetros y un parque para empresas innovadoras.
El mayor rascacielos de Euskadi ya está funcionando con la aspiración de convertirse en el faro de los negocios. EL CORREO ofrece hoy un suplemento especial con los entresijos del nuevo edificio. Las cifras, de vértigo, de una construcción que se levanta 165 metros y en la que se han utilizado 150.000 toneladas de hormigón. Un recorrido por las entrañas de este gigante y las opiniones de un puñado de personalidades, que se han subido con nosotros al techo de la ciudad. Los datos de la compañía eléctrica Iberdrola, una empresa fundamental para la economía vasca. Y una mirada hacia atrás, cuando Bilbao encaró su primera gran transformación urbana.
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