Torre Bizkaia, el rascacielos del futuro
Fue la primera torre de la villa, se levantó en los años 60 y cambió la arquitectura de una ciudad que quería convertirse en plaza financiera
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Ahora está de plena actualidad. La Diputación Foral de Bizkaia la quiere convertir en el faro de la innovación que alumbre el futuro económico del territorio basándose en el emprendimiento de la mano de firmas punteras. Todo un hito en el centro de la villa que no pilla de nuevo a este espectacular rascacielos que cuando se construyó a finales de los años 60 supuso una revolución a nivel arquitectónico en la capital vizcaina.
La actual Torre Bizkaia casi retoma su nombre original ya que fue el Banco de Vizcaya el que ordenó su construcción para cambiar su antigua sede y dotar a la entidad en expansión de un edificio acorde a los tiempos que corrían. La actividad financiera en la villa estaba en plena ebullición. Eso sí, parece que no tenían mucho dinero para poder mudarse temporalmente mientras iba creciendo el espectacular rascacielos que alcanzaría los 88 metros de altura.
La imagen es definitiva.
Los arquitectos y el jefe de obra tuvieron que pasarlas canutas para construir la torre de 21 plantas y el anexo bajo de seis pisos que abrazaba por detrás al edificio histórico en la confluencia de las calles Gran Vía y Hurtado de Amézaga. Imagínense en el embutido espacio que ahora acoge la peculiar fuente alargada, las escalinatas que acceden al Primark y el recodo donde se yergue la bella escultura de Eduardo Chillida, se mantuvo el coqueto inmueble diseñado en 1903 por el arquitecto José María de Basterra.
Durante los dos años largos que se prolongaron las obras convivieron estilos diametralmente opuestos. Una moderna fachada de muro cortina de piedra, vidrio y aluminio creció hacia el cielo sobre una limpia estructura de acero.
Por debajo, con sus cinco plantas, un palacete de fachada curva en la esquina coronada con la típica cúpula, ventanas recargadas y cornisas engalanadas. Los prebostes del Banco de Vizcaya querían que su entidad fuera la primera en construir un símbolo financiero para su sede central que, además, cambiara el paisaje urbano de la villa, como venía ocurriendo en otras capitales del mundo.
Mientras tanto, el otro Bilbao, el que vivía alejado de balances, créditos y análisis financieros, pululaba a los pies de ese gigante que se elevaba casi de forma infinita para la época. La Plaza Circular, entonces de España, era la rótula sobre la que la actividad del Ensache pivotaba hacia la calle Navarra y el Casco Viejo. Don Diego López de Haro ya se había asentado en su ubicación actual elevándose por encima al colocarse sobre un pedestal que sobrepasaba en 10 metros a su antedecesor.
Destaca el tráfico rodado por la glorieta.
Mucho más ancha que la actual, la calzada circular carecía de cualquier pintura horizontal reguladora de carriles pero no parecía problema para el tránsito de varios Seat 600, Citroën 2 caballos y Renault 4. Curiosamente entonces ya existía un sentido único de bajada para el tráfico en Hurtado de Amézaga mientras que la Gran Vía protagonizaba un bullicioso ir y venir de vehículos.
La imagen también muestra la plaza como un elemento central para el transporte público. Desaparecido en 1964 el tranvía, los bilbainos tenían a su servicio flamantes trolebuses y los que más gustaban eran los de dos pisos, como el que se ve esperando ante la fachada de la estación de Abando. Fueron 25 unidades que el Ayuntamiento compró a la Compañía de Transporte de Londres y que aguantaron dando servicio hasta bien entrados los años 70 cuando la falta de suministros y piezas de recambio impidieron su continuidad.
La instantánea atestigua la construcción de otro hito en el Ensache de la villa. A la derecha se vislumbra cómo la sede de El Corte Inglés ya había alcanzado la altura prevista de su estructura esquinera con Alameda Urquijo. Fue también en 1969 cuando se inauguró su sede, la cual, años más tarde, sufriría una expansión tras comprar la firma comercial el solar contiguo del colegio Sagrado Corazón de Jesús y hacer crecer los grandes almacenes hasta limitar, como hace hoy todavía, con el edificio más bajo de la Torre Bizkaia.
Torre Bizkaia, el rascacielos del futuro - Deia *
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