Bilbao vive desde este sábado una nueva Semana Grande. Su modelo
festivo, marcado por la participación de numerosos colectivos ajenos a
las instituciones, continúa enfrentando trabas por parte del
ayuntamiento.
Las fiestas de Aste Nagusia en 1978 | Comparsa Hontzak
De repente, el silencio se rompió con una pregunta.
Posiblemente todos tenían ese miedo en la cabeza, pero sólo uno se
atrevió a soltarlo: “¿Y si mañana no viene nadie?”. Tras varios días de
interminables preparativos, aquellos jóvenes aguardaban el pistoletazo
de salida de las primeras fiestas populares de Bilbao.
Desde el balcón
del ayuntamiento, algunos de ellos contemplaban el espacio callejero que
habían habilitado para la diversión después de cuatro décadas de
dictadura y aburrimiento. Ninguno lo sabía, pero estaban a punto de empezar a escribir una de las páginas más increíbles de la historia de esta ciudad.
“Es un modelo que ya está incrustado en la vida
de las bilbaínas y bilbaínos. No se entendería una Aste Nagusia
diferente”, resumió a Público Galder Antón, integrante de Bilboko
Konpartsak, la organización conformada por distintas asociaciones y
colectivos que da vida a las fiestas de Bilbao.
La idea surgió, precisamente, de una de esas comparsas.
Aquel verano del 78, el grupo Txomin Barullo, conformado por jóvenes
que pertenecían a EMK (Movimiento Comunista de Euskadi, por sus siglas
en euskera), se hizo con el primer premio del concurso organizado por El
Corte Inglés para diseñar una nueva Semana Grande en esta ciudad,
reducida durante la dictadura a toros, alguna verbena autorizada por el
régimen y poco más.
En ese contexto, la propuesta festiva de Txomin Barullo buscaba generar un espacio festivo en el que se plasmasen diferentes actividades de ocio.
El sitio elegido fue El Arenal, exactamente el mismo lugar que este
sábado volverá a convertirse en el foco principal de la Aste Nagusia.
“Aquello fue un revulsivo para todo Bilbao”, recuerda a
pocas horas del lanzamiento del txupin (cohete) de este año el veterano
comparsero Fernando Toja. Para él también son días frenéticos: su
konpartsa, la libertaria Hontzak, es una de las 27 que a día de hoy
participan en la organización de la Aste Nagusia.
Los nervios de 2018 no
son los mismos de 1978, cuando Toja participaba en los primeros pasos
de otra de las comparsas históricas, Pinpilinpauxa. “Todo se organizó
desde la base, sin participación de los políticos.
Para quienes somos anarquistas supuso la demostración de que no hacen falta jefes ni dirigentes, y que la gente sabe organizarse sola”, dice con orgullo.
Las fiestas del alcalde
Revulsivas, libres y exitosas. La primera Semana Grande
de la nueva época salió a la perfección.
Aprovechando el parón de
agosto, los responsables del ayuntamiento aún franquista –las primeras
elecciones municipales se celebraron en abril de 1979- se ausentaron
esos días de la ciudad, y las fiestas quedaron, literalmente, en manos de la comisión popular que se encargó de organizarlas.
“Había que ver a los policías municipales dando cada mañana el parte de
incidencias a los greñudos y peludos de la comisión. Aquello era
increíble”, apunta Toja.
En cualquier caso, el camino de Aste Nagusia también
ha tenido un buen número de trabas.
Las primeras complicaciones
surgieron en 1980, cuando el alcalde Jon Castañares (PNV) decidió
apartar a la comisión de fiestas y asumir la organización desde el
ayuntamiento. La cosa no pudo salirle peor: las comparsas optaron por
boicotear la Semana Grande del alcalde y vaciaron las calles.
Ni
siquiera Marijaia, la gigantesca muñeca que representa el espíritu de la
Semana Grande, hizo acto de presencia. En los papeles hubo fiestas,
pero en la práctica Bilbao parecía un cementerio.
“Señor gobernador…”
Marijaia y Aste Nagusia –en los términos que
defendían las comparsas populares- regresaron al año siguiente con
cierta normalidad. No obstante, los problemas con las autoridades siempre estuvieron presentes.
En esa cronología hubo momentos históricos, como en agosto de 1983:
aquel año, luego de que unas graves inundaciones se llevaran todo por
delante, el entonces gobernador civil, Julián Sancristóbal
–posteriormente condenado por su vinculación con el GAL-, llamó “hijos
de puta” a los comparseros que estaban en la calle, pico y pala en mano,
ayudando a quitar barro de las calles.
La respuesta popular se hizo
lema: “Señor gobernador, usted es bobo”, coreó la gente en una
movilización inolvidable.
Los cruces con las autoridades –principalmente
municipales- continuaron a lo largo de los años.
“El modelo festivo
participativo, popular y gratuito que plantea Bilboko Konpartsak y que
han estado defendiendo las comparsas desde 1978, va totalmente en contra
del modelo de ciudad que impulsan los gobernantes”, afirma Galder Antón
en un paréntesis de una ajetreada semana marcada por el montaje de
txosnas, ruedas de prensa y otros actos previos al inicio oficial de las
fiestas, previsto para este sábado por la tarde.
Lo de siempre
Precisamente, este año tampoco han faltado los
problemas a la hora de fijar determinadas actividades.
“A día de hoy
continúan las zancadillas y las trabas por parte de una institución
contra el modelo que defiende Bilboko Konpartsak”, contó Antón.
En tal
sentido, la coordinadora de comparsas ha denunciado las trabas puestas por el ayuntamiento
para la proyección al aire libre del documental “Amets Nagusia.
El
sueño se vistió de fiesta”, en el que se relata precisamente los
orígenes de la Semana Grande y los conflictos con quienes pretendieron
boicotearla. La película iba a ser exhibida en la Plaza del Gas, donde
Bilboko Konpartsak buscaba instalar el cine al aire libre.
Sin embargo,
el gobierno municipal no ha autorizado la utilización de ese parque, una
decisión que las comparsas han calificado como meramente “política”.
“Desde un inicio buscamos la colaboración y el trabajo conjunto con el Área de Fiestas para poder ofrecer un resultado satisfactorio para todas y, en cambio, hemos recogido retrasos, largas, la externalización del proyecto y la falta de voluntad municipal para el trabajo en común, lo que ha desembocado en una exposición pobre que se limita a unos simples paneles”, remarcó la coordinadora. 40 años después, la fiesta de la calle sigue incomodando en los despachos.
https://www.publico.es/sociedad/40-anos-aste-nagusia-fiesta-popular-incomoda-autoridades.html
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