domingo, 24 de abril de 2016
Promesas sin cumplir y lugares abandonados de Leioa
Siempre que viajamos por el mismo
recorrido acabamos ignorando el paisaje completamente. Se podría decir
que nos lo sabemos de memoria y con la visión periférica es suficiente
para saber dónde estamos. Aunque otras veces miramos el paisaje pero en
realidad lo que estamos haciendo es pensar en nuestras cosas sin reparar
en lo que estamos mirando.
Hará ya unos meses destruyeron uno de los edificios que forman parte de mi paisaje rutinario: la casa cuartel de la Guardia Civil de Lamiako.
Ahora hay un solar vacío, un hueco, algo que falta en el recorrido de
mi viaje diario. No es que fuese un edificio muy bonito, ni siquiera
sabía qué era hasta que lo destruyeron. Pero ya no está y me ha hecho
pensar. Me ha hecho recordar cuál era la razón por la que empecé a escribir este blog: documentar lugares. Conocer la historia qué hay detrás de los lugares que veo todos los días y de los que visito.
Así que por miedo a que destruyeran algún
otro edificio de mi paisaje rutinario, salí a fotografiar lugares que
por su aspecto puede que desaparezcan. Empecé mi viaje por un edificio
que mucha gente verá todos los días pues está al lado del metro de Leioa. Por si no lo conoces, dejo este video de un paseo virtual que pasa por los lugares de los que hablo en esta entrada.

Se trata del antiguo Sindicato Agrícola de Lejona.
Por su nombre y aspecto se podría decir que es un edificio bastante
antiguo. ¿Y por qué sé su nombre? Porque si se mira con atención aún se
puede apreciar un rótulo.

La verdad es que me alegra que aún quede el nombre del edificio porque si no, me hubiese sido muy difícil encontrar información.

Resulta que este edificio se usó como sede del sindicato desde el 2 de noviembre de 1913 para la “adquisición de herramientas, fertilizantes y otros productos a precios más bajos, préstamos (que desde principios del siglo XX gestionarían las Cajas Rurales), y en el caso de los arrendatarios, posibilidad de acceder a la propiedad.
Cuando estos sindicatos eran católicos, buscaban también afianzar la
religión en el campo e impedir la difusión de las doctrinas socialistas o
anarquistas.”

Es una pena que no se conserve mejor un edificio que ha formado parte de la historia de Leioa. A mi siempre me dan ganas de entrar dentro para descubrir que es lo que queda.
Pero seguimos con el paseo en búsqueda de
nuevos lugares en peligro de desaparición. Desde la estación de metro
de Lamiako se puede divisar un solar enorme totalmente vacío.

Por desgracia, aquí no hay ningún rótulo que valga así que no tengo ni idea de qué es.

Solo puedo decir que está en Lamiako al
lado de las vías del metro. Un enorme terreno, vallado y sin utilizar.
No muy lejos de él está el solar de lo que fue la Casa Cuartel de la
Guardia Civil de Lamiako.
Me pregunto cuál era la necesidad de
destruir edificios cuando ya había solares de sobra.

Aunque claro, desconozco quién es el
dueño del solar. Si fuese del Ayuntamiento de Leioa sería ya seguramente
bloques de pisos o aparcamientos. ¿Serán antiguos terrenos de la fábrica Dow Unquinesa?
¿Serán terrenos para el famoso tranvía inexistente de Leioa? Pero antes
de que se reservasen para ese fin ¿qué es lo que era? Solo tengo
preguntas que ofreceros, ya lo siento.

Un día pasando con el bus vi que cortaban
algunos hierbajos. Así que algo de importancia tendrá este terreno para
que alguien pague por eso. Por favor, si alguien sabe qué es o qué fue que me lo cuente en los comentarios.

Después de bombardearos con tantas
preguntas os quiero enseñar otro lugar abandonado de Lamiako; Esta casa,
bueno el esqueleto de lo que queda de ella. En esta foto podéis ver
algunos coches aparcados al lado de este lugar pero hace poco pasé y
habían vallado el lugar para que nadie aparcase. Aunque aún es de fácil
acceso a pie.

Se trata de un edificio de dos plantas con graffitis tatuados en su piel de cemento.

Asumo que se trataba de una vivienda normal y corriente. Pero desconozco la razón por la que se encuentra en este estado.

Si se presta atención aún se pueden ver algunos detalles de la vivienda entre tanto graffiti.


Ahora sirve de vivienda para personas sin techo, como se puede apreciar por los objetos que hay entre las tres paredes.

Los restos de un antiguo televisor, cristales, un colchón y botellas.

La vegetación también ha decidido reclamar su parte del edificio.


Es curioso que muchos de los cristales de las ventanas se mantengan intactos justo cuando su cometido ya no tiene ningún sentido, pues el viento y la lluvia entran por la pared que falta. Justo son estos cristales y un pequeño letrero en el que pone Alesa los que me obligan a concluir que esto no es una casa.

Esto no parece la típica entrada a una casa.

Aunque está al lado de una casa, por eso pensé que sería una vivienda. Abajo, el letrero de Alesa.

Una vez he encontrado la pista de cuál es
la historia detrás de este edificio, busco las siguientes palabras en
Internet: “Leioa Alesa” y en imágenes me encuentro estas fotos de Asier
Bastida en La Caja Gris.
Fotos de unas ventanas que parecen concordar con las del edificio.

Pero no puedo estar segura de que se
trate de este edificio en concreto o de unas fábricas que al parecer se
situaban en el solar del que he hablado antes. En una noticia de 2011 del Ayuntamiento de Leioa se habla de esos solares y parece ser que fueron terreno industrial y están en descontaminación.
Se
planteó convertir esos terrenos en un colegio, un kulturgunea,
oficinas,.. y hasta he encontrado unos planos con licencias de obra de
2010 que creo que llaman a esa zona ÁREA C14 . Promesas y planes para Leioa que parece que no se han cumplido. ¿Será otro caso Pinosolo? Que alguien me lo explique en los comentarios o me corrija si estoy equivocada.
En resumen, la de cosas e historias que
encuentra una intentando documentar los lugares que nos rodean. Sigo
pensando que es necesario la figura de un documentador de lugares en toda población.
¿Qué sitios de tu entorno te arrepientes de no haber documentado?
sábado, 23 de abril de 2016
El bombardeo de Gernika y sus corresponsales de habla inglesa
En el 79 aniversario del bombardeo de Gernika, la autora resume en este
artículo su tesina universitaria, con la que rinde homenaje a la villa, a
su gente y a los periodistas angloparlantes que contaron al mundo lo
que allí pasó
Gernika es un antiguo pueblo conocido por ser “el hogar de las libertades vascas”, donde se encuentra el viejo roble (símbolo de la libertad y la democracia en Euskadi), bajo el que los vascuences siempre se habían reunido para tomar decisiones democráticamente y “ante el que los reyes de Castilla juraban los fueros de Vizcaya, y que por eso era un símbolo de la autonomía vasca”.
Teniendo en cuenta que durante la guerra civil española Euskadi estaba del lado de la República y sabiendo lo históricamente importante que es Gernika para los vascos, los republicanos pensaban que los nacionales nunca se atreverían a atacar la villa y, si en algún momento intentaban hacer que ésta cayese, daban por sentado que sus habitantes serían respetados y no habría violencia.
Los republicanos no podían estar más equivocados, ya que la tarde del 26 de abril de 1937 tuvo lugar la mayor masacre que una guerra había visto contra la población civil hasta el momento, perpetrada por la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria al servicio del bando nacional, que estaba siendo ayudado por Hitler y Mussolini, violando el Pacto de No Intervención firmado a principios de marzo de 1937 por 27 países europeos (entre ellos Alemania e Italia).
Después del bombardeo, empezó una nueva polémica entre nacionales y republicanos, ya que los primeros nunca admitirían que fueron ellos los responsables de tal masacre, no solo porque supuso la muerte de tantísima población civil, sino también porque se habían encontrado en Gernika bombas alemanas que no habían explotado, y eso habría significado que todo el mundo supiera que los nazis estaban ayudando a los nacionales.
Por este motivo, los sublevados culparon al bando contrario y utilizaron la propaganda como nunca se había hecho hasta el momento. El bombardeo de Gernika marcó un antes y un después en la guerra civil española, no solo porque después de éste, los republicanos perdieron la batalla del norte casi inmediatamente (pues los rebeldes habían minado la moral de los vascos, ya que querían traspasar Bilbao, protegido por el cinturón de hierro), sino también porque muchos periódicos extranjeros que en un principio apoyaban la causa de Franco, cambiaron de idea de la noche a la mañana y empezaron a apoyar a la República.
Y es que el mundo no estaba acostumbrado a las atrocidades que años después se demostraría que personas civilizadas podían llegar a cometer, pues los soldados alemanes probaron en Gernika los métodos y materiales que luego utilizarían en la Segunda Guerra Mundial.
El 26 de abril de 1937 había en Gernika alrededor de siete mil habitantes, además de unos tres mil refugiados que habían ido llegando durante las semanas previas. Como era lunes, día de mercado, también se habían acercado a la plaza de la villa muchas otras personas de los pueblos vecinos a comprar y vender productos.
Parecía que era como cualquier otro día de mercado, pero sobre las 16:30 la campana de la iglesia empezó a sonar, ya que “una fuerza aérea formada por cuarenta y tres bombarderos y cazas… transportarían unos 50.000 kg. de bombas” y bombardearían Gernika durante casi tres horas y media.
Como la villa no era considerada un punto estratégico, no había muchas tropas ni tenían ningún tipo de defensa aérea, por lo que las personas que allí se encontraban estaban completamente indefensas.
Solo un 1% de los edificios de Gernika quedó indemne; el 71% fue totalmente destruido, un 7% sufrió graves daños y el 28% tuvo daños diversos. Debido al poco interés de los nacionales (ganadores de la Guerra Civil) en investigar sobre el número de víctimas de la masacre y al hecho de que tampoco dejaron que investigadores extranjeros intentaran averiguar nada, nunca se sabrá ni siquiera un número aproximado de las personas que murieron allí ese día, ya que todas las estimaciones son desechadas (parece que los que dan un número reducido de víctimas quieren minimizar las consecuencias del bombardeo, y los que hablan de un número elevado de muertes quieren resaltar el horror de lo acaecido).
LOS PERIODISTAS
Los reporteros de habla inglesa que informaron sobre el bombardeo de Gernika son: el británico nacido en Sudáfrica George Lowther Steer (que escribía para el periódico londinense The Times); el australiano Noel Monks (trabajador del periódico inglés Daily Express); el británico Christopher Holme, que trabajaba en la agencia internacional de noticias Reuters, y, por último, el londinense Keith Scott Watson, que cubrió la noticia para el Star y el Daily Herald, ambos periódicos publicados en Londres. Gracias a estos cuatro reporteros, el mundo pudo saber lo que verdaderamente sucedió en Gernika, ya que ellos llegaron a la villa solo unas horas después del bombardeo y, no solo tomaron nota de lo que estaban viendo, sino que también preguntaron a muchos testigos de la barbarie y, tal como lo percibieron, lo contaron.
Al principio ni siquiera sus jefes creían lo que leían, y como no querían publicar algo que no fuera verídico y los rebeldes declararon que ellos no habían sido los responsables del ataque, los cuatro reporteros tuvieron que volver a la villa, seguir preguntando, contrastar sus notas entre ellos y luego, confirmarlo a sus superiores. La publicación de estos artículos haría que los nacionales no solo odiaran a los mencionados corresponsales, sino que también trataran de desacreditarlos cada vez que tenían la ocasión, de la misma forma que declararon que seguramente Gernika había sido bombardeada por los republicanos o dinamitada por los propios habitantes de la villa.
Monks pasó por Gernika ese día de camino al frente, con el conductor que el Gobierno vasco le había proporcionado para facilitar su trabajo. Escribió que la villa estaba llena de gente y muy ruidosa, lo normal en un día de mercado. De camino al frente, de repente el conductor paró el coche y se bajó de éste gritando, ya que vio los bombarderos que se dirigían a Gernika. Los dos se escondieron en un hoyo provocado por una bomba y se quedaron muy quietos para no ser vistos, ya que sabían que si los soldados los veían, les dispararían al instante. En ese mismo momento, Steer y Holme estaban a unos pocos kilómetros de Gernika, cuando vieron los aviones que bombardearían la villa. Sobre las 21:30 de esa noche, mientras estos tres periodistas cenaban con Watson, llegó al restaurante un lloroso hombre gritando que Gernika había sido completamente destruida. Cinco minutos después, los cuatro reporteros estaban de camino a la villa.
Después de la guerra, Monks escribió sobre su artículo del ataque a Gernika que el telegrafista que envió su crónica al Daily Express no hablaba inglés, por lo que si los republicanos hubieran bombardeado Gernika, él mismo lo podría haber denunciado sin ninguna censura, y se puede leer entre exclamaciones que lo habría hecho de haber sido verdad. Pero la realidad era que habían sido soldados alemanes (e italianos, como se descubriría más tarde) en su intento de ayudar a Franco a ganar la guerra.
Holme también se vio obligado a desmentir las falsas acusaciones del bando nacional y defender su integridad e imparcialidad en el conflicto, pues él no solo había escrito sobre el bombardeo de Gernika, sino también sobre la quema de Irun llevada a cabo por anarquistas en septiembre de 1936 cuando dicha ciudad estaba a punto de caer en manos de los nacionales, con lo cual es obvio que en ningún momento se dejó llevar por sus ideas políticas, y hubiese sido injusto poner en tela de juicio su imparcialidad a la hora de hacer su trabajo, informar de la verdad.
Detalles de Watson y Steer Watson no es muy conocido y sus artículos sobre el ataque a Gernika no trascendieron tanto como los de sus compañeros, lo cual resulta extraño porque es el único que se encontraba en la villa cuando el bombardeo tuvo lugar, lo que hace que sus artículos contengan detalles que no son mencionados en ningún otro.
Por último, es casi imposible escribir sobre el ataque a Gernika y no tropezarse con el nombre de Steer, pues su artículo sobre lo ocurrido en la sagrada villa vasca fue uno de los más importantes de toda la Guerra Civil, quizás fue el que más impacto causó porque fue simultáneamente publicado en The Times y The New York Times. En él se incluían muchísimos detalles sobre lo visto y oído después del ataque y acusó desde el principio a los alemanes de haber bombardeado el corazón del País Vasco en su intento de ayudar a Franco a ganar la Guerra Civil española.
Además, después de la guerra, escribió un libro llamado El árbol de Gernika, el cual es un conmovedor homenaje a los vascos, su sufrimiento y lo valientes y relevantes que fueron en la lucha contra Franco y el fascismo.
Cuando el bombardeo de Gernika tuvo lugar y los cuatro reporteros llegaron a la masacrada villa, es de suponer que sus habitantes hubieran preferido que hubieran sido médicos o bomberos para que hubieran podido ayudar haciendo algo útil en aquel momento. Lo que no se imaginaban era que estos periodistas serían de tanta ayuda cuando al día siguiente los autores de aquel holocausto no solo dijeron que ellos no habían tenido nada que ver, sino que además sugirieron que los perpetradores habían sido los propios habitantes del pueblo. Gracias a Monks, Holme, Steer y Watson, el mundo supo lo que verdaderamente había pasado en Gernika.
Aunque los nacionales y su propaganda hicieron dudar a toda la humanidad de lo que los corresponsales habían dicho y no hubo países que se atrevieran a ayudar abiertamente a los republicanos a ganar la guerra, estos cuatro informadores hicieron su trabajo.
Picasso inmortalizó Gernika, pero como Herbert Southworth escribió, fueron Holme, Monks, Steer y Watson los “creadores de Gernika”, y él creía que sin estos, no existiría el acontecimiento como lo conocemos hoy en día, y solamente por eso, creo que todos los amantes de la historia y la verdad deberíamos estarles eternamente agradecidos.
http://m.deia.com/2016/04/23/sociedad/historias-de-los-vascos/el-bombardeo-de-gernika-y-sus-corresponsales-de-habla-inglesa
MetroBilbao Línea 1 desde Lutxana hasta Plencia
*
Un vuelo virtual sobre la parte de la línea 1 del metro de Bilbao comprendida entre las estaciones de Lutxana y Plentzia, es decir, el brazo derecho de la "Y" en que se representan esquemáticamente las líneas 1 y 2.
Es un recorrido que comprende la Margen Derecha y Uribe Kosta y la mayor parte del trayecto está en la superficie ya que discurre por el mismo trazado del anterior ferrocarril de la margen derecha hasta Plentzia.
Estaciones:
Lutxana, Erandio, Astrabudua, Leioa, Lamiako, Areeta, Gobela, Neguri, Aiboa, Algorta, Bidezabal, Ibarbengoa-Getxo, Berango, Larrabasterra, Sopela, Urduliz y Plentzia.
martes, 12 de abril de 2016
Bilbao: el desarrollo que nunca fue
Los vecinos de las calles del bilbaíno San
Francisco se organizan, por su cuenta, para limar diferencias.
La
gentrificación promovida por los poderes públicos olvidó cuidar de la
convivencia
Ibai Gandiaga
Elisa de los Reyes
El sol de primavera se aleja del valle del Ibaizabal,
dejando la ciudad de Bilbao en ese momento en el que debería ser de
noche, pero aún es de día. Como dando fe de esa dicotomía, aparece ante
nosotros una escena digna de atención: en primer plano, un padre rebusca
en un contenedor de basura utilizando un garfio metálico con el que
extraer piezas de aluminio para luego venderlas al peso. A su lado, un
niño de unos siete años observa con atención la operación.
En un plano posterior, una pequeña terraza de bar
reúne a un grupo de personas que ignoran la escena a tiempo que degustan
una cerveza bajo el telón de fondo de un bar de decoración ecléctica y vintage.
Como queriendo completar el reparto de opereta, por el lateral de ese
improvisado teatro urbano aparece un grupo de turistas que, mapa de
Bilbao en mano, intentan ubicarse en el barrio “bohemio” de la villa.
Si continuamos andando, nos encontraremos con una
plaza amplia, de bancos y farolas de diseño y césped recién cortado
donde un grupo de niños gitanos corretea mientras sus madres charlan a
un lado. Un poco más allá, la calle vuelve a estrecharse y entonces se
colmata: a ambos lados aparecen tiendas de fruta y verdura de árabes y
de latinos, peluquerías subsaharianas, una antigua librería de barrio,
bares gallegos, vascos y ecuatorianos, un local de venta de productos
senegaleses.
Podríamos encontrar menores que esnifan pegamento, un alcohólico que se duerme en una esquina, un vecino que siempre habla solo ante su portal
La calle se llena de coches, bajo la atenta mirada
tanto de la policía como de grupos de hombres de color de misteriosa
ocupación. Más resguardados podríamos encontrar menores que esnifan
pegamento, un alcohólico que se duerme en una esquina, un vecino que
siempre habla solo ante su portal. Y más arriba, en la calle paralela,
hallaremos mujeres en las esquinas y letreros de prostíbulos.
A la vuelta de la esquina, tal vez tomemos aliento en
una plaza con un edificio recién construido, moderno, que alberga desde
un centro de formación profesional hasta un vivero de empresas para
jóvenes emprendedores o un conjunto de iniciativas sociales que ensayan
“entornos de colaboración”. Más tarde puede que vayamos al bar cultural
del barrio: hoy toca curso de gastronomía yucateca y cena comunitaria
posterior.
Nos encontramos en el barrio de San Francisco, en la
margen izquierda de la ría. Es un lugar marcado en el imaginario de la
ciudad, que ha recibido a lo largo de los años multitud de nombres: “La
Palanca”, “Barrio chino”, “Barrio rojo”, “Montmartre o SoHo bilbaíno”,
“Bilbao Intercultural”. Esta potente imagen hizo que la supuesta
regeneración del barrio haya suscitado expectación, debate y decepción a
partes iguales. La supuesta regeneración, entendida por algunos como
una estrategia de gentrificación, se detuvo en un momento determinado, y
es que algo parece que no funcionó.
Promesas y desigualdades en la ciudad del Guggenheim
“Nosotros somos del barrio y trabajamos en él desde
hace muchos años. Hace unos 12 regresamos a vivir aquí”. María Arana,
vecina y miembro del colectivo Zaramari, nos relata su experiencia.
“Vimos que era un espacio interesante sobre el que actuar desde nuestra
asociación, que podíamos contribuir como una herramienta más para su
transformación, descubriendo su realidad y su riqueza cultural” María,
junto a su socio Gorka, desarrolla proyectos culturales de urbanismo e
innovación social.
Hagamos un breve resumen para los desconocedores de la
historia reciente de Bilbao; durante los últimos 40 años, la Villa pasó
de ser declarada “zona de atmósfera contaminada” por el gobernador
civil, a ser el escenario del “Efecto Guggenheim”, fenómeno urbanístico
que describe la transformación del modelo productivo y recuperación
económica de una ciudad, gracias a grandes transformaciones urbanísticas
y arquitectónicas.
Con varios momentos traumáticos iniciales —las
inundaciones de 1983, el desmantelamiento de la industria pesada de la
ría, con el cierre del Astillero Euskalduna como paradigma— la
estrategia de tercerización llegó de la mano de la “década prodigiosa”
del ladrillo nacional. Primeras espadas de la arquitectura internacional
—como Norman Foster, Álvaro Siza, Rafael Moneo, Frank Gehry, Zaha Hadid
o Richard Rogers— firmaban proyectos donde antes existían astilleros y
pabellones industriales.
Muchos negocios han cerrado o se han marchado. Tal vez no llegaron a funcionar o no desarrollaron su pertenencia y vínculo al barrio
Para rematar con una guinda en el pastel, el proyecto
para el Tren de Alta Velocidad (TAV) había conseguido los fondos y
apoyos políticos necesarios, y la estación de Abando, limítrofe al
barrio de San Francisco, sería un punto de tránsito caliente en el eje
atlántico Madrid-París. O al menos eso se creía.
Durante los años de crédito fácil, no fueron pocos los
que decidieron comprar un piso o local en la zona de San Francisco,
animados por los planes de regeneración urbana que desde los años 90
vienen transformando el barrio. El Ayuntamiento realizó un plan que
incluyó polémicas demoliciones, nuevas vías de conexión y mucha vivienda
nueva. Se realizaron además notorias mejoras de los espacios públicos:
nuevas plazas, calles mejor iluminadas, lugares de estancia al borde de
la ría. Al mismo tiempo, se instalaban y consolidaban infraestructuras
culturales que atraían a nuevos públicos, como la sala de conciertos
Bilborock, BilboArte o el Museo de Reproducciones Artísticas.
La olla se enfría
“Desde promoción económica y rehabilitación
urbanística se han llevado a cabo [durante las últimas décadas] varias
campañas para atraer al barrio proyectos económicos. Ayudas para la
rehabilitación, alquileres económicos, premios”. Txelu Balboa, miembro
de ColaBoraBora, otro colectivo especializado en entornos de innovación y
colaboración con más de una década en el barrio, habla sobre las
distintas estrategias de promoción de la zona.
“Desconozco las razones últimas pero la realidad es
que muchos negocios han cerrado o se han marchado. Tal vez no llegaron a
funcionar o no desarrollaron su pertenencia y vínculo al barrio. Otros,
sí”. Después de completarse los objetivos del Plan Especial de
Rehabilitación, que construyó alrededor de 1000 viviendas, lo que ha
quedado ha sido un interregno que no ha sido como muchos esperaban. Los
precios de los inmuebles no subieron y sus pobladores nunca se fueron.
La olla no hirvió. La gentrificación nunca sucedió.
La situación social del barrio sigue siendo crítica.
Con una tasa de paro que triplica a la de la ciudad, la inversión en
negocios vanguardistas de hostelería ha recibido un nuevo impulso, y ha
colocado de nuevo al barrio en una posición de deseo de posibles
inversores que quieran dar salida a su capital. Pero los habitantes, de
multitud de nacionalidades y en general, de renta baja, todavía siguen
ahí, con un espectacular incremento de población de un 20%, más
dramático aún si consideramos la bajísima tasa de natalidad vasca, de
las más bajas del estado.
Con una tasa de paro que triplica a la de la ciudad, la inversión en negocios vanguardistas de hostelería ha recibido un nuevo impulso, colocando de nuevo al barrio en una posición de deseo de posibles inversores
“Las transformaciones sociales se producen a largo
plazo, a través de los años” continúa María, cuando la interpelamos
sobre la falta de cambio en el barrio: “Queremos buscar procesos cortos
de cambio, pero estos procesos necesitan mucho más tiempo”.
En el barrio, mientras tanto, se producen gran
cantidad de iniciativas autoorganizadas desde la ciudadanía, sociales y
creativas, que aúnan ayudas públicas y colaboración privada para dar
lugar a eventos vecinales de encuentro y experiencias de innovación
social de gran interés, algunas de ellas únicas en sus condicionantes.
Una de ellas es Gau Irekia / Noche Abierta,
un evento cultural promovido por la asociación Sarean a modo de “Noche
Blanca” con financiación pública a través de subvención pero organizado
al más puro estilo bottom-up, en el que colaboran y participan
vecinos, espacios, artistas, agentes sociales y culturales del barrio:
en su cuarta edición ha implicado unos 50 espacios del distrito, desde
prostíbulos hasta talleres de artistas, espacios de asociaciones y bares
de la zona, con actividades como conciertos, charlas, degustación de
comida para un público variado en edad, nivel cultural y procedencia.
Iniciativas desde abajo
“Una buena política a futuro pasa por potenciar los
espacios de mediación que ya existen. Es mejor promover las relaciones a
nivel individual que se están generando, más que crear un organismo
mediador, que sería más artificial”, sugiere María. Un esfuerzo de esos
espacios de mediación podría ser el espacio Sarean,
en la plaza Corazón de María, que recoge el testigo de 30 años de
iniciativas del barrio que entendían el arte y la cultura como
herramienta de reunión, construcción y cohesión.
En el local, cedido y reformado por el Ayuntamiento,
se desarrollan eventos culturales programados por una asociación
integrada por artistas, productores culturales y vecinos, a la que aquel
que quiera puede unirse. El proyecto se financia en parte por el
bar-restaurante que alberga, y en parte por ayudas públicas de cultura.
Las actividades que se desarrollan van desde la música experimental y
los grupos de lectura hasta talleres gastronómicos de las diferentes
culturas que cohabitan en el barrio.
La creación de espacios de encuentro, per se,
puede no ser suficiente. Txelu nos señala el gran problema de la mezcla
de distintos: “Todo está parcelado: los locales, las calles. Hay una
serie de pactos de convivencia no escrita. No se invaden los unos a los
otros y todos en paz”.
“Mientras que algunos vecinos percibimos esto como
conflictivo, para otros es lo normal; yo diría que hay cierta tensión en
todas direcciones. No es solo una cuestión del vecinos de toda la vida contra nuevos vecinos,
sino más bien un todos contra todos originado en unas diferencias
culturales muy grandes que no encuentran la manera de hilvanarse de
manera fluida”. Con una gran tasa de movilidad en la población
inmigrante, que utiliza en gran parte el barrio como tránsito a otros
lugares de Bilbao, la construcción de una convivencia se complica
todavía más.
No es solo una cuestión del vecinos de toda la vida contra nuevos vecinos, sino más bien un todos contra todos originado en unas diferencias culturales muy grandes
Uno de los casos de éxito que ha conseguido un cierto
reconocimiento es la iniciativa de la fiesta de Arroces del Mundo.
Carlos Askunze, miembro de la Coordinadora de Grupos del distrito,
estuvo presente cuando se pensó la receta: “La idea de Arroces del
Mundo surge en 2004. En la Coordinadora surgía la preocupación de cómo
ocupar la calle de modo reivindicativo y festivo, y cómo darle a eso un
enfoque que tuviera que ver con la interculturalidad. Alguien pensó en
el arroz, que es un alimento que se come en casi todo el mundo.
Parecía
un buen enganche para la gente, y nos permitía convertir la Plaza de
Corazón de María en un espacio autogestionado y propio de la gente”.
Carlos considera que esta iniciativa “desde abajo”
contribuye a unir lazos de los habitantes locales, al tiempo que atrae a
visitantes de otras partes de la ciudad y la provincia. Prueba de eso,
el paso en diez años de 300 asistentes a los más de 4000 del año pasado.
Por lo tanto, el enfriamiento del proceso urbanístico
-patente también en la demora de la redacción del nuevo PGOU de Bilbao-
ha propiciado que surjan iniciativas desde abajo. Una de las más
recientes es la Red de Intercambio de Espacios, proyecto comenzado desde el laboratorio y espacio de trabajo autogestionado Wikitoki.
La Red, apoyada por una subvención pública, ha mapeado e identificado
necesidades de 40 espacios del barrio, generando un canal para el
trueque de recursos entre iniciativas.
Espacios de mediación y urbanismo a fuego lento
En resumen, el barrio de San Francisco fue objeto de
grandes transformaciones urbanísticas que preparaban el desembarco para
la “gente de bien”. Aunque las piezas ya estaban colocadas
-infraestructuras culturales, promoción de negocios de economía
creativa, infraestructuras y viviendas, depreciación inmobiliaria-, el
proceso nunca llegó a cuajar. La transformación pasó del corto al largo
plazo, y con esa cadencia aparecieron iniciativas desde la ciudadanía
que buscaban espacios de convivencia.
En este caso estas iniciativas no estaban previstas:
la transformación pensada desde el tablero de dibujo y el despacho nunca
ha llegado a concretarse. Esa fortuna exigió encarar el conflicto, los
problemas, desde una perspectiva que a la Administración resulta
incómoda: la mediación. Creemos que el urbanismo de la ciudad
consolidada camina más en ese sentido, esto es, en procesos de largo
plazo a partir de un caldo de cultivo ciudadano y social y apoyados por
iniciativas públicas y privadas. Entender la ciudad como un espacio sin
problemas ni conflictos lleva al urbanismo a un camino que no tiene en
cuenta la diversidad ni los deseos ciudadanos y que debería estar ya
superado.
La problemática de la gentrificación es común a
cualquier ciudad tardocapitalista que haya descuidado sus centros
históricos. El caso de San Francisco es interesante debido a la reacción
de la ciudadanía ante este hecho: la creación de espacios de mediación
frente al paradigma de tábula rasa que imperó la década pasada en la
regeneración de barrios.
Es necesario acostumbrarnos a que la “regeneración
urbana” no consiste en expulsar a la población conflictiva y sustituirla
por otra, sino en trabajar para que la gente de los barrios mejore sus
condiciones de vida. Para ello hay que conseguir que el “calor” del
mercado no nuble la planificación urbana. Al fin y al cabo, qué mejor
para comer que un guiso cocinado a fuego lento, con ingredientes
exóticos y mucho, mucho cariño.
sábado, 9 de abril de 2016
Iñigo Cabacas Licerazu * Goian Bego
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