domingo, 26 de mayo de 2013

Periko Solabarria es un mito en Euskal Herria. Activista de la izquierda abertzale y uno de los fundadores de Herri Batasuna, fue uno de los ...primeros curas obreros.

PERIKO SOLABARRIA

Periko Solabarria es un mito en Euskal Herria. Activista de la izquierda abertzale y uno de los fundadores de Herri Batasuna, fue uno de los primeros curas obreros. De joven, fue destinado a La Arboleda de los Montes de Triano, una zona minera donde se trabajaba en unas condiciones inhumanas. Nos recibió en su casa y nos contó que no había escuela, dispensario médico, agua corriente ni electricidad. Enseguida entendió que lo esencial no era enseñar el evangelio, sino escolarizar a los niños y atender a los enfermos. Disponía de un pequeño botiquín con algo de penicilina. No le sirvió de nada cuando una chica de dieciocho años sufrió un aborto espontáneo. Aunque intentó parar la hemorragia con ayuda de la madre, la joven murió desangrada. 
Periko bajó a las minas, renunciando a sus privilegios como sacerdote. Trabajó duramente y sus pulmones enfermaron. Algunos de sus compañeros murieron por culpa de los desprendimientos o de silicosis. Su trabajo en la mina no le apartó de su tarea como maestro. En la escuela que improvisó para los niños y las niñas, colocó un letrero: “Universidad de los Montes de Triano”. Quería que los hijos de los obreros experimentaran autoestima y no sintieran que la educación era algo reservado para los ricos. Les enseñaba gramática, aritmética, geografía, historia. Los falangistas visitaron la escuela para comprobar que les hablaba de Dios y el catecismo, pero al preguntar a los niños y las niñas comprobaban que no habían estudiado nada de eso. “Por aquí no ha pasado Dios”, se disculpaba Periko. “Al descubrir tanta pobreza y tanta miseria pasó de largo”. Los falangistas se escandalizaban. También les parecía inaceptable que en el aula  se mezclaran los sexos. Sin embargo, le permitieron continuar con su trabajo. No sé por qué, pero desde luego no por humanidad o generosidad. Periko disfrutaba del cariño de los habitantes de La Arboleda y consideraban que era preferible no airear el caso, creando un mártir. El gobierno de Madrid miró hacia otro lado, pero más adelante le envió dos meses a la cárcel de Zamora, un penal reservado para curas rebeldes y antifranquistas. Durante la democracia, la Audiencia Nacional le molestó en un par de ocasiones, pero no llegaron a condenarlo.  Periko me contó que en La Arboleda algunos días subía al monte y observaba desde las alturas el barrio de Neguri, donde vivía la burguesía. Al atisbar las luces y las casas señoriales, pensaba: “Es intolerable que algunos escupan sangre para que otros vivan mejor”.




PERIKO SOLABARRIA

Periko Solabarria es un mito en Euskal Herria. Activista de la izquierda abertzale y uno de los fundadores de Herri Batasuna, fue uno de los primeros curas obreros. De joven, fue destinado a La Arboleda de los Montes de Triano, una zona minera donde se trabajaba en unas condiciones inhumanas. Nos recibió en su casa y nos contó que no había escuela, dispensario médico, agua corriente ni electricidad. Enseguida entendió que lo esencial no era enseñar el evangelio, sino escolarizar a los niños y atender a los enfermos. Disponía de un pequeño botiquín con algo de penicilina. No le sirvió de nada cuando una chica de dieciocho años sufrió un aborto espontáneo. Aunque intentó parar la hemorragia con ayuda de la madre, la joven murió desangrada.



Periko bajó a las minas, renunciando a sus privilegios como sacerdote. Trabajó duramente y sus pulmones enfermaron. Algunos de sus compañeros murieron por culpa de los desprendimientos o de silicosis. Su trabajo en la mina no le apartó de su tarea como maestro. En la escuela que improvisó para los niños y las niñas, colocó un letrero: “Universidad de los Montes de Triano”. Quería que los hijos de los obreros experimentaran autoestima y no sintieran que la educación era algo reservado para los ricos. Les enseñaba gramática, aritmética, geografía, historia. Los falangistas visitaron la escuela para comprobar que les hablaba de Dios y el catecismo, pero al preguntar a los niños y las niñas comprobaban que no habían estudiado nada de eso. “Por aquí no ha pasado Dios”, se disculpaba Periko. “Al descubrir tanta pobreza y tanta miseria pasó de largo”. Los falangistas se escandalizaban.
 
 
También les parecía inaceptable que en el aula se mezclaran los sexos. Sin embargo, le permitieron continuar con su trabajo. No sé por qué, pero desde luego no por humanidad o generosidad. Periko disfrutaba del cariño de los habitantes de La Arboleda y consideraban que era preferible no airear el caso, creando un mártir. El gobierno de Madrid miró hacia otro lado, pero más adelante le envió dos meses a la cárcel de Zamora, un penal reservado para curas rebeldes y antifranquistas.
 
 
 Durante la democracia, la Audiencia Nacional le molestó en un par de ocasiones, pero no llegaron a condenarlo. Periko me contó que en La Arboleda algunos días subía al monte y observaba desde las alturas el barrio de Neguri, donde vivía la burguesía. Al atisbar las luces y las casas señoriales, pensaba: “Es intolerable que algunos escupan sangre para que otros vivan mejor”.
 
 
 

Periko Solabarria en la tribuna telebilbao * Periko Solabarria, 83 años de lucha y coherencia. Periko en estado puro


Periko Solabarria en la tribuna telebilbao

La cadena local Telebilbao, entrevistó los pasados dias a Periko Solabarria, histórico militante obrero y abertzale vasco. Pese a que se trata de una cadena comercial y en absoluto progresista (por supuesto nada de anticapitalista), entendemos de máximo interés la entrevista a un hombre que ha dedicado y dedica su vida a la causa de la liberación nacional y social de Euskal Herria.
 
 
 
 
 

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